lunes, julio 05, 2004
Se me dificulta el sorpasso
I
Esta es una sociedad hipócrita: nadie hace un programa de televisión sobre las señoras gordas que ocupan la vereda y no te dejan pasar. Caminan lento y te barren la pista, te mandan al cordón, te obligan a resolver cálculos físicos complejos para superar su barrera ambulante.
También suelen interponerse las abuelas con nietos, pero es sabido que esa es sólo una de las tantas maneras en que la coalición entre gerontes y niños intenta perjudicar a los seres vivos.
II
Íbamos caminando tontamente, despacio. Siempre la hacía caminar bastante, tratando de alargar los minutos. En esa época, recién empezaba el invierno y ella tenía alrededores de hermosura que se me hacían cada vez más lejanos.
Pensaba cuánto hacía que no hablábamos realmente, cuando noté que un par de pibes trataban de adelantarnos pero no encontraban el lugar. La situación me entretuvo hasta que frené y los dejé pasar.
Ella me preguntó qué hacía, por qué siempre andaba pensando en esas cosas y se rió. Me dí cuenta de que hubiera preferido un schumacher despiadado, un acaparador total de la vía pública y la vida, capaz de contener el mundo detrás. En cambio, yo estaba afectado de intersticios, pasajes y tráfico a contramano.
Enseguida, entramos en una farmacia. Sostuve su abrigo mientras se paraba encima de una balanza. Salimos y acordamos que estaba muy linda.